lunes, 30 de julio de 2007

Matinal

Comienzan poco a poco los fulgores
del sol a discurrir en el oriente
y tiñen sus pinceles lentamente
la bóveda opalina de colores.

Entreabren sus cálices las flores
llenando de fragancias el ambiente
y en las ramas del bosque somnoliento
los pájaros se vuelven trovadores.

El mundo eleva su plegaria al cielo
y al sol que empieza su inmutable vuelo
derramando sus tintes escarlata;

y en esa conjunción, caluroso y lento
pasa silbando el misterioso viento
el acorde triunfal de su sonata.



G. A. Agéret - 05/12/1918

Tu jardín lírico

Son tus versos azucenas y jazmines arrancados
del jardín florido y grande de tus líricos ensueños
y sus pétalos fragantes como nuncios halagüeños
en el ritmo de tus versos van cayendo dehojados.

Tu jardín en que se mezclan con crisantes perfumados
con las grandes margaritas y los lirios más sedeños
las magnolias y las rosas, los claveles más risueños
con las blancas amapolas y jacintos aromados.

Pero surge rodeado de millones de amapolas
un rosal esbelto y grande levantando las corolas,
de sus rosas purpurinas como heraldos de dolor.

Y el jardín de tu lirismo palidece en su ropaje
y cohibido está inclinado por rendir un homenaje
a una rosa purpurina, la sultana de tu amor.



G. A. Agéret - 15/12/1918

Nocturnal

El cielo está cuajado de diamantes,
el campo todavía humedecido
y los ramajes del vergel florido
mueven sus fibras verdes tremulantes.

Como capas repletas de brillantes
mecen las flores su joyel querido
y ondula en el paisaje oscurecido
el llanto de las sílfides flotantes.

Ha llovido hace rato, pero el cielo
descorriendo su blanco terciopelo
se muestra despejado y sonriente,

y en el bello delirio del paisaje
en las cuerdas temblantes del ramaje
canta la noche su canción silente.



G. A. Agéret - 08/12/1918

Cementerio

Ya la noche el cementerio va invadiendo lentamente
las estrellas poco a poco lanzan rayos de cristal
y los fríos panteones los reflejan levemente
en lo blanco de sus moles como espejo sideral.

De cruz blanca la figura se levanta tristemente
destacando la silueta de su forma esqueletal
y seméjase a un hermano que rezara eternamente
levantando los dos brazos en un grito sepulcral.

Otras cruces esparcidas dan tristeza al cementerio
y parece que hay un algo que solloza en el misterio
como un llanto que se eleva desde frío corazón...

Y ese algo tal vez sea los lamentos de los muertos
que se quejan de estar solos y olvidados, de estar yertos
y que ruegan a los cielos de sus culpas el perdón.



G. A. Agéret - 22/09/1918

Crepuscular

Dejó el sol al hundirse en el espacio
la estela luminosa de su vuelo
destiñendo los ámbitos del cielo
en franjas de rubíes y topacios.

Como torres de góticos palacios
los cipreses levantan con anhelo
su plumaje de verde terciopelo
con grandeza inmutable en los espacios.

Solo en altas cumbres que serenas
dejan latir al viento sus cadenas
hay un murmullo suave en el paisaje.

Y como eterno heraldo que navega
siento en la brisa que cantando llega
el preludio armonioso de un paisaje.



G. A. Agéret - 08/09/1918

La herida

En el parque tranquilo y silencioso
una noche repleta de armonía
vagábamos los dos... tú, con dichoso
y risueño rubor te hiciste mía.

En tu blusa ocultada vi una rosa
y te pedí tu esencia matutina...
tú me la diste, sonriendo hermosa
y al tomar esa flor me hirió una espina.

Y sentí que del fondo de mi herida
iba a brotar lo rojo de mi vida
que tanto tiempo lo contuvo preso;

mas con mano piadosa la curaste
y un vendaje a mi herida le aplicaste
con la venda sedeña de tu beso.



G. A. Agéret

Lo que busco

Busco unos ojos negros cuyo fulgor me encanta
busco una frente tenue que mi caricia espera
cubierta por las hebras de cabellera santa
busco el oído atento de lo que un día oyera.

Busco una voz querida que a mis oídos canta
busco unas manos puras por el amor que inspira
busco una boca buena que al sonreír levanta
el cortinaje blanco de lo que ayer dijera.

Busco el conjunto santo de mi visión querida
que en una tarde leve se refundió en mi vida
como poniendo un punto por todos mis ocasos.

Y busco labios rojos que supieran besarme
que saben de canciones pues saben adorarme
cubiertos por el manto de cabellera santa.



G. A. Agéret - 18/08/1918

Por unos ojos

De fantásticas quimeras cuyos símbolos de muerte
perseguíame incesante con el arma del dolor
ya vagaba solo y triste prefiriendo que mi suerte
sea esclava de ese sueño que nacía de mi amor!...

Yo vagaba lentamente con espíritu afiebrado
y con alma desgarrada yo lloraba en mi laúd...
y vagaba lentamente cual espectro demacrado
esperando que florezca mi soñada juventud.

Y con sueño y constantes sinsabores a mi paso
bajo un cielo azul y claro que tornóse sin ocaso
detuviéronme unos ojos que brillaban de inquietud...

Y por ello solo vivo como amante ante una reja
yo no sé si porque en ellos olvídome de mi queja
o tal vez porque son negros cual mi extraña juventud.



G. A. Agéret - 15/08/1918

Punto final

En tus miradas de tristezas llenas
creí encontrar la fuente que buscaba
para aplacar la sed que me embargaba
y así dejar la hiel que me envenena.

Creí encontrar en tu sonrisa ajena
lo que en mi fe llamaba “corazón”,
y logré que lanzara ella sin pena
el puñal que matara mi pasión.

Creí verter en tu boca sonrosada
toda una lluvia de fervientes besos,
y en el ansia febril de mis excesos
tu respuesta fue loca carcajada!...

Ya que quieres en mi ilusión matarme
no lograrás que mi pecho te maldiga
pues mi alma jamás será enemiga
de aquellos que ha logrado condenarme.

En ella siempre, en tu recuerdo triste,
existirá la endicha del amor,
y nunca contará que su dolor
se deba al mal que loca conseguiste.

Adiós, mujer, ya que tú has preferido
que ese amor no florezca allá en mi pecho
tú bien sabrás por qué quedó deshecho
tú sabrás por qué voy hacia el olvido.


G. A. Agéret - 27/12/1918

Recuerdo

Tu amor tan ferviente que fiel me juraste,
tus blandas caricias que fiel me ofreciste,
fue sólo una nube que pronto alejóse
y flores marchitas tan sólo me diste.

Tus bellos, sagrados y amantes cantares
el Trémolo leve que brota tu lira,
tus versos, tus aves que cantan alegres,
todo eso murióse, ya nada suspira.

Tus rosas rosadas, tus bellos claveles
tus lirios muy blancos, y abiertos jazmines
tus besos ardientes, tus labios de seda...
irán a la muerte que tú les destines.



G. A. Agéret - 06/03/1918