El cielo está cuajado de diamantes,
el campo todavía humedecido
y los ramajes del vergel florido
mueven sus fibras verdes tremulantes.
Como capas repletas de brillantes
mecen las flores su joyel querido
y ondula en el paisaje oscurecido
el llanto de las sílfides flotantes.
Ha llovido hace rato, pero el cielo
descorriendo su blanco terciopelo
se muestra despejado y sonriente,
y en el bello delirio del paisaje
en las cuerdas temblantes del ramaje
canta la noche su canción silente.
G. A. Agéret - 08/12/1918
lunes, 30 de julio de 2007
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